El vegetarianismo es un tema que levanta controversias con muchos adeptos y también detractores.
Patañjali en sus Sutras del Yoga, en donde describe el camino a seguir para realizar la verdad, establece una serie de compromisos denominados Yamas que debe seguir el yogui que quiera experimentarla o alcanzar la “unión” (Yoga) con ella.
El primero, Ahimsa o no violencia, posee numerosos matices, entre ellos, desde mi punto de vista, el tipo de alimentación que debería llevar un yogui o estudiante que decide comprometerse plenamente con el Yoga. Un tipo de alimentación denominada dieta yóguica que, al margen de los beneficios que genera tanto a nivel físico de acuerdo con el Ayurveda, la medicina tradicional y ancestral de la India, tiene como base el vegetarianismo.
En mi opinión no es ya exclusivamente una cuestión de salud y que el vegetarianismo favorezca la práctica del Yoga (Asanas o posturas físicas, Pranayamas, Dhyana o meditación, etc.). Según te comenté en un artículo anterior precisamente sobre la «dieta yóguica», los alimentos que entran dentro del vegetarianismo son considerados fundamentalmente de tipo sátvico, influyendo por tanto positivamente de una manera profunda en el desarrollo, equilibrio y armonización de nuestro cuerpo, mente y espíritu. Pero, al tener presente e integrar en nuestra manera de vivir uno de los compromisos que menciona Patañjali, el de la no violencia y, de una forma general, la búsqueda de la paz, de la felicidad y el vivir en paz, el régimen alimenticio que tengas al seguir el camino del Yoga, pasa a convertirse también en una cuestión ética en toda su dimensión.
El Yoga es un camino espiritual de trascendencia y por tanto una filosofía de vida. Se basa en las leyes de la Naturaleza de la que formamos parte, con la que mantenemos una interconexión y dependencia y por tanto de la que no somos diferentes. Somos un eslabón más de la cadena.
Pensar que la Naturaleza se limita solo al planeta Tierra y que nosotros somos el vértice, la obra cumbre del proceso evolutivo para mi resulta un poco simple y algo narcisista.
No tenemos ni idea de lo que en este preciso momento hay en el Cosmos, la posible existencia incluso de otras formas de vida más “evolucionadas” y/o “diferentes” a la nuestra. Incluso en este planeta en el que habitamos al que llamamos Tierra, tampoco sabemos en profundidad de la sencillez o complejidad de muchas especies animales que conviven con nosotros, su nivel de inteligencia, sus formas de comunicación, etc.
En este inmenso puzzle del que formamos parte llamado Naturaleza, regido por sus propias leyes, no somos ni podemos creernos los dueños o propietarios y por tanto tampoco estamos autorizados a disponer de todo aquello que lo compone sin tener presente el daño que podamos generar. Es más, debemos procurar que nuestra huella sea mínima. Estamos de paso.
A partir de ahí y ya concretando en la vida, en este caso la vida animal, tampoco nos pertenece hasta el punto de poder, mediante su sacrificio, hacer uso de ella para nuestro beneficio. Es ahí donde pienso conectamos con el primer Yama, Ahimsa, no violencia.
Si lo que buscas es esa paz interior y vivir en paz y, al igual que el yogui, la yoguini y otras muchas personas decides vivir el Yoga de una forma plena, deberías rechazar la violencia en todas sus formas, incluida la que se pueda ejercer sobre los animales. De otra manera vivirías en contradicción.
Sería algo así como: “Quiero vivir en paz, mantener y desarrollar un estado de paz interior, incluso morir en paz, pero en mi vida cotidiana llevo a cabo y promuevo conscientemente, directa o indirectamente acciones violentas, no ya de acción sino a través de la palabra y el pensamiento”.
Un contrasentido, ¿no crees?. No estoy sembrando aquello que precisamente quiero recolectar.
Los animales que forman parte de la alimentación del ser humano no son aquellos que han muerto de forma “natural”, por vejez o enfermedad. La muerte por tanto de estos animales, de cualquier ser que “haya tenido madre” para que podamos comerlos, proviene de una acción violenta, ya sea esta de forma directa con nuestras propias manos o inducida a través de la compra de sus carnes o productos derivados. Al final siempre habrá alguien que ejecute la acción y por tanto un acto de violencia. Algo que es contrario al camino del Yoga y que teniendo además presente la ley del Karma genera efectos negativos sobre nosotros mismos. De ahí que si te quieres comprometer con el Yoga de verdad y plenamente, deberías tomar consciencia de esto e intentar buscar el vegetarianismo como opción.
De una forma más sutil pero también importante y que supone ir un paso más allá en este compromiso ético consiste en buscar para nuestra alimentación aquellos alimentos con la menor carga de sufrimiento posible (no ya la muerte) para su obtención. Es el caso de productos animales como la leche, productos lácteos, etc., que en el artículo sobre la dieta yóguica tanto el Yoga como el Ayurveda no niegan. Pero sí es importante que evites aquellos que vienen de animales sometidos a condiciones extremas o a un sufrimiento intencionado y excesivo para incrementar la producción.
Por supuesto, en mi opinión, todo lo anterior: seguir el vegetarianismo como alternativa alimenticia, renunciando a comer carne, pescado y/o alimentos que implique para su obtención sufrimiento animal, debe salir desde el corazón y por tanto desde la convicción más profunda. Lo demás son modas vacías y sin sentido.
Adoptar una dieta vegetariana sin “sentirla”, sin “creer” o incluso por una cuestión “estética” no te lleva a ningún sitio. Por tanto la convicción y la motivación son fundamentales porque es lo que te hace ser coherente y fiel a ti y no engañarte.
Igualmente de importante para el practicante de Yoga, como otro de los compromisos a adquirir, es el respeto hacia las personas que no comparten este criterio o punto de vista. Cada uno de nosotros estamos en nuestro proceso y evolución personal. Va en contra del camino del Yoga “imponer” nuestro criterio u opinión, pensando que es el “correcto” pues estaríamos en la consideración de que, en este caso y aunque parezca un contrasentido, el vegetarianismo es la mejor opción y esto surgiría de una actitud arrogante, egótica y de superioridad, lo cual supone también incumplir otro de los compromisos del Yoga.
No sabemos, a no ser que consultemos con la Astrología, qué tenemos ahí delante en nuestro camino y no es el primero ni el último, incluyéndome yo mismo que en un momento de mi vida no habría creído que transformaría mi visión sobre la alimentación hasta verla desde una perspectiva no ya de salud sino filosófica. En los procesos personales de cada uno, el descubrimiento y el cambio debe venir del interior, no desde la crítica, demonización, presión o imposición porque, ya te digo, estaríamos en una actitud prepotente, intransigente y de no respeto hacia el otro.
El camino que nos asusta es el correcto,
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