Los que me conocen saben que le suelo prestar una especial atención tanto en conversaciones en público como en privado al planeta Saturno, o Shani, como se le denomina en la Astrología védica, a su movimiento lento e implacable que va realizando a lo largo del zodiaco.
Aproximadamente 30 años son los que tarda en dar una vuelta completa y los efectos que va produciendo dependen como siempre de su ubicación natal, su fortaleza, su cualidad, sus relaciones con los demás planetas en el nacimiento y durante su viaje por el zodiaco.
En octubre del 2014 entrabamos en un periodo de aproximadamente dos años y medio en el que la influencia de este planeta iba a ser lenta, continua y de una gran intensidad.
Escorpio como signo de obstáculos constantes, de transformación iba a propiciar que Saturno, con sus cualidades, algunas de las más generales te conté en este artículo, llevase a cabo un cambio profundo, a todos los niveles, el personal e interior y el exterior o global.
Este período fue especialmente virulento para aquellas personas que tenían su luna natal instalada en Escorpio ya que se encontraban en pleno periodo de transformación profunda llamado Sade Sati, al igual que para los que la tenían en Sagitario y Libra.
Como también no hace mucho te conté en otro artículo, Saturno salió de Escorpio para entrar en Sagitario el 26 de enero de este año e incluso pasando por uno de los tres puntos especiales de los que hay en el zodiaco llamados Gandantas en donde elementos opuestos entran en contacto, en este caso el agua (Escorpio) con el fuego (Sagitario) con la consiguiente turbulencia que ello genera.
El pasado 6 de abril, Saturno detuvo su viaje a lo largo de Sagitario para volver hacia atrás, en un movimiento que en Astrología se denomina retrógrado y que tiene como principales características el que los efectos de los planetas en este movimiento se ven incrementados así como el ofrecernos una “segunda oportunidad”. Un movimiento que le llevará a entrar de nuevo en Escorpio el próximo 20 de junio donde permanecerá hasta el 26 de octubre.
Toda esta explicación, que en algunos momentos puede haberte parecido complicada de entender o seguir, tiene un significado astrológico fundamental.
En estos tres últimos años sobre todo para aquellos con la luna natal en Libra, Escorpio y Sagitario, aunque para el resto también pero de una forma menos “drástica” ya que Saturno pasó por Escorpio para todos sin exclusión, se habrán producido situaciones y acontecimientos que habrán llevado a dar un giro a nuestras vidas, a terminar con una etapa o período definitivamente e iniciar otro, a transformar, ajustar, dejar marchar o acoger, a cambiar, a transformar, a morir para renacer.
Pero posiblemente algunas de aquellas cosas, decisiones, cambios, modificaciones (residencia, trabajo, etc.) que sentimos en estos últimos años fundamentalmente desde el 2014, se quedaron sin hacer o a medio hacer. Bien porque no tuvimos suficiente fuerza interior, bien porque no sentíamos que estábamos preparados, bien porque no consideramos que se daban las circunstancias adecuadas, en fin, por un largo etcétera. Aunque nuestra intuición o algo dentro de nosotros nos decía que era el camino correcto y más tarde o más temprano tendríamos que hacerlo.
Con la vuelta hacia atrás de Saturno entramos en un periodo de preparación en el que, sobre todo durante el tiempo que permanezca otra vez en Escorpio, se volverán a reproducir determinadas situaciones, esta vez con una mayor intensidad, para ahora si, realizar ese cambio o dejar que se produzca esa transformación.
Es esta “segunda oportunidad” de la que hablaba y quizá para muchos deseada y querida, para rectificar, para enmendar, para corregir, para quizá pedir perdón.
Saturno es un planeta de sufrimiento, de disciplina, de obstáculos, de afloramientos kármicos, pero también de responsabilidad, de introspección, de aprendizaje. Es nuestro gurú interior, el que nos hace crecer como seres humanos, el que nos convierte en más humanos, el que nos da la autentica dimensión a nuestras vidas en la medida que nos descompone, nuestro ego, para volvernos a construir desde la pureza, el amor y la libertad. Si nos dejamos llevar y fluimos ante todo esto, si aceptamos, si no ofrecemos resistencia a esa disolución, si agradecemos la “segunda oportunidad” que el planeta nos ofrece con este movimiento retrógrado y su vuelta a Escorpio, estaremos dando un paso de gigante a ser más sabios y hacia la felicidad.
El camino que nos asusta es el correcto,