No robar, Asteya, o no codiciar, es el tercer compromiso ético que Patañjali establece en sus Sutras del Yoga para un yogui que sigue el camino hacia la verdad.
A un nivel inicial está claro que este compromiso significa no coger algo material o inmaterial que tenga dueño o que no haya sido dado de forma libre. Pero si pensamos que incluso un bolígrafo o cualquier cosa que nos encontremos por la calle puede tener dueño, empieza a hacerse complejo de mantener y necesita un estado de atención constante y permanente.
Si profundizamos aún más se nos abre un gran abanico en su significado. Ya no es solamente no robar físicamente, sino también en pensamiento o palabra y yendo más allá, no adquirir o tomar más de lo que podamos necesitar.
Supone frenar los deseos hacia cosas que no son nuestras o que realmente no necesitamos. A partir de ahí el acto de compartir y ofrecer todo aquello que podamos tener y que pueda ser útil a cualquier persona u otro ser vivo. Asteya implica cultivar todo lo contrario a robar: la generosidad y el altruismo.
En cuanto a nuestra interacción con la sociedad y el medioambiente en el que vivimos, este Yama nos lleva a comprometernos con nosotros mismos en no participar ni aceptar la explotación de cualquier tipo, la injusticia social, la corrupción social y política, la especulación, la opresión o la desigualdad, la explotación salvaje e indiscriminada de los recursos naturales, en donde el robar se manifiesta de forma directa y clara o indirecta y subliminal. Nos lleva a implicarnos también con actuaciones que entran dentro de lo denominado como “defensa de los derechos humanos”, de los valores y una sociedad justa y solidaria, el “comercio justo”, el medio natural, etc.
Asteya nos lleva a tener presente que incluso cuando aceptamos ofrecimientos pero después actuamos de forma egoísta y no revertimos o devolvemos, estamos realizando de alguna manera el acto de robar. Al no compartir, estoy robando a aquellas personas cercanas a mí.
Ese deseo de poseer aquello que no nos pertenece proviene de creer que no tenemos bastante con lo que tenemos, lo que nos conduce a la codicia, la ambición, la falta de límites, los celos y la competitividad.
En el fondo es producto de un sufrimiento derivado de sentirnos vacíos, de una baja autoestima y de que necesitamos las cosas externas y aquello que tienen los otros para ser felices. Buscamos con lo externo cubrir nuestras necesidades internas, algo que nos puede crear ansiedad y forzarnos a obtenerlo sea como sea. Pero esta felicidad es efímera, es Maya, mera ilusión. Nos arrastra por las modas y nos hace vulnerables.
Puede que no seamos un ladrón declarado o confeso, pero si sentimos celos hacia la que tienen los otros, en nuestra mente, en nuestro interior, estamos robando. El coche del vecino, el último modelo de móvil de un amigo, la felicidad aparente de alguien, incluso el número de seguidores en Instagram o Facebook; si surge ese sentimiento, estamos dejándonos llevar por los deseos de tener algo que no es nuestro. A nivel mental estamos apropiándonos de algo que no tenemos, por lo que en ese nivel estamos robando.
Por tanto no robar significa mantener una mente libre de deseos hacia lo externo. Si no hay anhelo no hay necesidad, no hay acto y no hay robo.
El deseo lleva al deseo y a la insatisfacción. Es como un circulo vicioso que nos mantiene encadenados y en la necesidad irreal de tener más y más. Esta forma de vivir nos lleva a proyectarnos constantemente hacia lo externo olvidándonos de nuestro interior y de lo que realmente somos y tenemos, todas nuestras cualidades y valores, el espacio-tiempo que ocupamos en esta vida.
Todo lo que necesitamos está en nuestro interior: fortaleza, amor, compasión, sensibilidad, dulzura, etc. Somos de naturaleza divina, sagrada. Tenemos que mirar adentro para encontrarlo, aunque pueda llegar a ser duro dependiendo de esa “sombra” con la que nos tengamos que poner delante y mirarle a los ojos.
La práctica del Yoga nos lleva a encontrar esa fuerza interior. Asteya no solamente es ya no robar sino estar en el presente, escucharnos y actuar con integridad, pensando siempre, haciéndonos constantemente las preguntas de
¿Por qué y para qué lo necesitamos? ¿Que necesidad necesitamos satisfacer? ¿Qué supone no solamente a mi sino a mi entorno, comunidad, medioambiente el disfrutar de algo que por otro lado es efímero?
Debemos de mantener la mente libre de celos y evitar que sea competitiva, pues hay una relación directa entre los dos. Podríamos hablar aquí del enfoque que nuestra sociedad actual está teniendo a través de la educación ya desde la más tierna infancia, para construir personalidades que de adultos estarán inmersas en la ambición y esa competitividad, en un deseo constante de posesión de aquellas cosas que no sean nuestras, de la codicia y por tanto de acción, palabra o pensamiento, de robar.
Algo que la filosofía de vida del Yoga y de la mano de Patañjali en sus Sutras del Yoga busca corregir.
Podemos clasificar a las personas en dos tipos: las que quieren tener más y las que les interesa ser más.
Si eres del grupo de las primeras, da igual lo que pretendas tener, dinero, posesiones, información, prestigio, poder, etc., siempre terminarás robando y por tanto te perderás en la bruma.
Si eres de las segundas, la búsqueda será interior y encontrarás todo lo que necesites dentro de ti, sabiduría, conocimiento y curiosamente, según Patañjali, toda la riqueza que hay dentro de ti surgirá de forma natural. Aunque suene algo mágico, serás rico.
El camino que nos asusta es el correcto,
Gracias David por estas reflexiones. Me amplian y esclarecen conceptos que a veces los he pensado, pero de una forma muy simple y quizás reducido al aspecto material.
Me ha llegado mucho la frase » no robar significa mantener una mente libre de deseos hacia lo externo. Si no hay anhelo no hay necesidad, no hay acto y no hay robo».
Gracias de nuevo
Entonces que está pasando en muchos países en los que el robo entre los que gobiernan, desde los más alto rango hasta los inferiores; es un fenómeno que se esta dando en proporciones descomunales.
Aunque yo pienso que estos no tienen: ni conciencia, ni moral.
Y lo peor que se han vuelto cínicos.