La meditación Shamatha es una técnica muy antigua de meditación caracterizada por su sencillez y su simplicidad. Se dice que el mismo Buda la enseñó junto con el Vipasyana como camino para la liberación del sufrimiento. Es el Dharana, la sexta rama de los Sutras del Yoga clásico de Patañjali.
Desde mi punto de vista, en la sociedad occidental a la cual llamamos moderna, el conocimiento intelectual, el razonamiento y la lógica han desplazado en gran medida a la sabiduría que se obtiene de la percepción directa de la realidad. Una experiencia que por otro lado, no puede ser descrita con palabras. Generalmente, lo que no podemos medir, cuantificar, valorar o racionalizar no lo consideramos como importante.
A un nivel cotidiano, vivimos en un mundo distorsionado, en donde reina la confusión, la visión errónea y hasta manipulada de lo que está ante nosotros. Este desconcierto genera unos niveles de agitación mental que nos llevan desde cometer acciones más o menos dramáticas siendo además ajenos al dolor que podamos causar en los demás, hasta simplemente no estar atentos ni darnos cuenta de las cosas que suceden y nos suceden en nuestra vida cotidiana.
Nos hemos convertido en maestros del desconcierto, desarrollando personalidades que pululan distraídas por la vida. La distracción crónica se ha convertido en una característica de la vida moderna, con una cantidad desorbitada de estímulos externos que nos llevan todavía a una mayor confusión y por tanto a no tener claridad en la visión ni en los pensamientos. Un maestro de meditación tibetano, Nyoshül Khenpo Rimpoche dice algo terrible pero cierto:
“La falta de atención permitirá que las fuerzas negativas te sobrepasen. Sin atención serás como un zombi, un muerto andante”.
En los retiros, talleres y cursos que imparto sobre Shamatha me encuentro con muchas personas que no pueden estar cinco minutos en silencio e inmóviles y para las que una estimulación excesiva y la distracción están muy presentes en sus vidas, van siempre con prisas lo que les lleva a ir adquiriendo una serie de cargas que van generando paulatinamente un sufrimiento emocional, psicológico e incluso físico.
No generamos espacio, ni la distancia mental o la calma y serenidad necesarias para adoptar decisiones de la forma más eficaz o para entender el momento de la forma más empática posible. Bajo este ambiente surgen el estrés, la ansiedad, la angustia, la depresión, la falta de atención y de concentración, los problemas de sueño, problemas físicos y de salud que afectan a nuestra calidad de vida y en un abandono de lo más importante: la búsqueda de nuestro mayor objetivo en la vida.
¿Qué es Shamatha?
Shamatha significa en sánscrito “calma mental”. La meditación Shamatha consiste en mantener la mente atenta y descansando de forma focalizada en un objeto, con lo que conseguimos que permanezca estable y calmada. A un nivel básico, si no desarrollamos Shamatha nada de lo que hagamos será efectivo. Cualquier cosa que hagamos con una mente distraída perderá su poder. Cuando por ejemplo realizamos alguna tarea, como leer un libro, escribir, trabajar, conducir un vehículo, etc., necesitamos estar atentos. Por tanto, Shamatha es realizar cualquier cosa con toda nuestra atención y nuestra mente enfocada. Si no lo está o lo está a medias no será muy efectiva y surgirá el conflicto interno e incluso el externo: un trabajo mal realizado, un accidente de tráfico, etc.
Desde el enfoque espiritual en donde tiene su auténtico valor, la meditación Shamatha nos conduce paso a paso desde un nivel de percepción microscópico de la conciencia y de la realidad a un nivel cósmico. Nos lleva a un estado limpio y claro. Es un método de purificación de nuestra mente para que termine siendo limpia y prístina como el agua de un arroyo. La meditación Shamatha no genera planteamientos metafísicos o filosóficos sobre nuestra inteligencia, quizá los occidentales ya estamos bastante saturados de ellos; simplemente consiste en estar y nuestra sabiduría va creciendo sobre la experiencia de ese estar.
A través de la meditación Shamatha desarrollamos la atención y la calma mental sobre la experiencia física, las emociones y los pensamientos discursivos o el dialogo interior. Permanecemos sin ningún mecanismo de defensa ante esa experiencia y si surge lo dejamos ir.
La meditación Shamatha no es estar sin pensamientos como si fuésemos una piedra. Buscamos que la mente permanezca estable, muy calmada y clara, con lo que puede diferenciar todos los acontecimientos y fenómenos y ver las cosas en toda su dimensión y con total claridad. Los pensamientos aparecen, en muy poca cantidad pero se diluyen rápidamente como las nubes en el cielo. La claridad que obtenemos se llama Vipasyana y se desarrolla primeramente a través de la meditación Shamatha. Se dice que el Shamatha es como detener las olas de un lago para que el reflejo de la Luna se vea de forma nítida y clara.
Cómo practicar la meditación Shamatha
En la meditación Shamatha la mente debe estar permanentemente focalizada sobre un objeto que puede ser tanto interno como externo, si bien debe ser algo positivo que no genere apego, aversión, etc., lo cual impediría mantener la mente en calma. Sobre algo positivo, la mente permanece en paz. El Buda enseñó a observar nuestra respiración, un objeto neutro que siempre está presente mientras estamos vivos, aunque puedes utilizar otros elementos por ejemplo externos, como imágenes sagradas (Buda, etc.).
La meditación Shamatha consiste en simplificarlo todo, ya tenemos bastante repletas nuestras agendas como para añadir más complicaciones a nuestra vida.
En un ambiente lo más tranquilo y silencioso posible y buscando el máximo de confort, simplemente sentándote en un cojín de meditación o si tienes dificultades en una silla, lo más importante es la espalda recta, con los ojos ligeramente abiertos y en total quietud, dirige tu mente y tu atención hacia el objeto elegido. Si es la respiración simplemente observando su cadencia y movimiento, identificándote con ella y siendo ella. A partir de ahí, todo lo que tenga que surgir surgirá.
Permanece en el momento presente, en “el aquí y el ahora” con una actitud de compasión, interés, apertura y amabilidad, para conseguir un estado de atención sereno, independientemente de si la experiencia resulta agradable o desagradable y superando los estados mentales tanto de excitación como de laxitud.
Aunque la técnica para el desarrollo de la atención es una práctica central en el budismo y a lo largo de la historia ha sido utilizada por diferentes tradiciones contemplativas y filosóficas incluyendo el cristianismo, hinduismo, taoísmo o sufismo, no es necesario ser budista ni seguir los rituales de ninguna religión para la práctica de la meditación Shamatha.
El camino que nos asusta es el correcto,