De forma constante estamos buscando estabilidad ya sea una estabilidad laboral, económica, de pareja, familiar, social… La mayoría vamos buscando un trabajo estable, un hogar, una pareja para toda la vida, una situación económica estable en un ambiente social donde no se produzcan muchos altibajos.
Estamos convencidos que tener estabilidad es la base para realizarnos en la vida, para hacer cosas, viajar, etc., es la forma con la que creemos podemos ser felices.
A la mayoría los cambios nos asustan, no sabemos como afrontarlos y cuando se producen nos llevan en mayor o menor medida a estados de ansiedad, estrés o irritabilidad. Incluso aquellos que vemos como positivos, un ascenso en el trabajo, un nuevo proyecto, un nuevo hijo, un cambio de residencia,… nos generan incertidumbre e incluso nos pueden también asustar no tanto por el presente sino por su repercusión futura.
Hay personas que llevan con una cierta facilidad por ejemplo, cambiar periódicamente de trabajo, de pareja o los altibajos económicos, mientras hay otras a las que cualquiera de estos puede llevarles a un estado muy complicado o fatal.
A simple vista podríamos decir que hay cambios y cambios. Unos, los aceptamos y asumimos, otros nos superan y nos producen pavor.
¿Por qué unas personas afrontan mejor que otras situaciones de no estabilidad?
¿Por qué una misma persona puede hacer frente a cambios en unas determinadas áreas de su vida y en otras no?
Buda Shakyamuni dijo que todos los objetos y fenómenos que están compuestos por otros menores o diferentes no tienen estabilidad y por tanto son impermanentes, no se perpetúan en el tiempo, son inestables y terminan por desaparecer.
Todo, absolutamente todo lo existente, incluso el mismo Universo se encuentra en una situación de cambio, de movimiento, carente de estabilidad; las estrellas, galaxias y planetas nacen y mueren, la danza de Shiva para los hindúes. El Universo entero evoluciona y el devenir del tiempo se va produciendo de manera que cada momento es único y se transforma en el siguiente diferente del anterior.
A un nivel más próximo podemos observar como se suceden las estaciones, los días, las horas, cómo hace algún tiempo que no pasaba por una calle y cambiaron las farolas, los arboles de la avenida crecieron, construyeron un grupo de casas o derribaron un edificio en la esquina. Se rompió la lavadora o el ordenador y tenemos que cambiarlos. Se nos cae el pelo, nos salen canas.
En la Astrología védica podemos comprobar como a partir del mapa fijo que constituye la carta natal de una persona, la maquinaria celeste va modificando constantemente su configuración, algunos planetas, constelaciones y estrellas de una forma más lenta y otros de una forma más rápida, creándose una disposición celestial única que representa a su vez a frecuencias y energías que nos llegan de una forma totalmente única de todo el Universo y que, igual que un prisma, van modulándose en los infinitos matices de los que están compuestas como reflejo también de esa falta de estabilidad.
Todo esta sujeto a cambio y en la Física también se establece este fenómeno. Nosotros en la medida que estamos compuestos de átomos, de la misma materia de la que están hechas las estrellas no somos por lo tanto ajenos. A nivel mental, nuestros pensamientos surgen, están un tiempo como objeto de nuestra atención y terminan desapareciendo como una nube desaparece en el cielo para ser sustituidos por otros.
Cuando no aceptamos que esto es así, que nada ni nadie puede cambiarlo, cuando creemos que todo es para siempre, que es posible conseguir esa estabilidad, que no hay ningún cambio o movimiento, que lo que ha sido siempre de una manera tiene que continuar siéndolo, que todo siga igual y si algo tiene que cambiar que sea yo quien origina el cambio, a mi voluntad, como yo quiero y por tanto ser yo quien lo controla y lo detiene, nos estamos oponiendo a un principio o ley básico de la propia Naturaleza surge en nosotros un sufrimiento que se manifiesta en forma de miedo o temor, ansiedad o estrés.
El camino que nos asusta es el correcto,
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